Gana, Ignacio

Ignacio Gana Duval, pintor y escultor autodidacta. Nació en Santiago, Chile, el 05 de Marzo de 1976.

El año 2000 obtuvo el Título de Arquitecto en la Universidad Finis Terrae, Santiago, Chile.

Ignacio Gana es arquitecto de profesión y escultor de oficio. Su fascinación por la creación comenzó en la universidad, al verse enfrentado a desafíos arquitectónicos que ponían al límite su sentido de la abstracción y su evidente apetito creativo. Sin embargo, al descubrir la escultura encontró un territorio que pudo llamar propio, inexplorado y lleno de posibilidades infinitas que no se demarcaban por pedidos y las convenciones sociales en las que vio involucrado el quehacer de una carrera como arquitectura.

El artista comenzó su incursión en el arte a través de la pintura, imitando el trazo de artistas famosos y guardándolo con una memoria fotográfica en sus recuerdos, luego de sus constantes visitas a museos. Si bien no se define como un artista chileno, sí está seguro de ser un artista latinoamericano que explota escenas cotidianas con toques de surrealismo, en mundos con una personalidad delineada por colores intensos y paisajes que evocan desde el altiplano hasta las costas y el clima austral de su país.

A pesar de también dedicarse a la pintura, a Ignacio lo define la escultura, área en la que ha logrado dominar la elaboración y creación de las piezas mediante detalles exquisitos. Gana se convirtió en escultor cuando sus hijos nacieron, situación que él relaciona directamente porque los juegos de niños y la armonía de la que goza desde que se convirtió en padre, han dado como resultado –de manera grata e inesperada– sus creaciones como escultor.

Inspirado en su labor de padre, Ignacio dio rienda suelta a su lado infantil, a ése que busca explorar el mundo sin miedo, confiado en que la aventura es un juego primordial y absolutamente necesario en la vida de todo ser humano sin importar su edad. De esta forma, el artista comenzó a crear personajes en obras que podrían confundirse con juguetes; personas felices buscando un destino, nadadores sonrientes flotando en piscinas de agua o montando patos de hule, aviadores observando el destino que les espera. Cada uno de ellos es un aventurero, un valiente que –en cada observación del espectador– elabora cuál será su próxima parada en un viaje lleno de buenas expectativas.

En la obra de Ignacio Gana existen motivos y objetos recurrentes que gozan de un fuerte significado y hacen de su obra una pieza fuertemente contemplativa. Tanto en la pintura como en la escultura, es patente un barco hecho de papel. Éste origami es un fiel reflejo de cómo la imaginación y la decisión presentes en el hacer son capaces de la creación a partir de elementos simples; en éste caso, de una hoja de papel en blanco. La presencia de este objeto en algunas de sus obras dota de simbolismo el trabajo final y permite al observador evocar una construcción por parte del personaje, inmerso en una atmósfera que invita a viajar y a transportarse mediante la emoción.

Además de barcos de papel, Ignacio elaboró una serie completa de personajes desenvolviéndose en actividades que incluían un pato de hule, serie que el artista expuso bajo el título ¡Al agua, pato! En sí mismo, el objeto adquiere vida mediante la manera en que el artista convierte al objeto en un medio de transporte. En una de las obras, un personaje se encuentra montando al juguete, mirando hacia el horizonte. De esta forma, los objetos infantiles se convierten en un instrumento de la adultez, una manera en la que el artista define su propia exploración, tanto en su quehacer artístico como en los artificios que descubre en la producción de su arte y en su rol de padre.

Si bien la niñez y la aventura son las temáticas más reforzadas en la obra de Ignacio Gana, la seducción, la figura femenina y el movimiento son motivos que también se hacen presentes a lo largo de su carrera en el arte. Mujeres sobre patines entregadas en un desplazamiento que parece eterno, evocaciones a la sutil y delicada corriente de gestos de la mujer: eso es lo que el artista se encuentra elaborando a partir de cinceladas precisas y rostros dotados de gran expresión mediante la minuciosidad del detalle. Y si no es movimiento, las esculturas del artista chileno entregan al observador una experiencia de completa admiración del cuerpo femenino, en poses que logran escapar de la sexualidad y que capturan las formas mediante la quietud y la elegancia.

Los hombres y mujeres en las obras de Ignacio Gana, son personas que se entregan al viaje, al instinto y a la fantasía. Son seres que no esperan la llegada de un barco o de un avión, sino que son hombres y mujeres que traen la aventura y la confianza en un buen destino bajo el brazo. Todas estas características son las que representan al creador de esculturas que invitan a soñar y que, por sobre todo, son una declaración valiente de independencia.

La obra del artista chileno pretende ser un reflejo de imaginarios regionales. Con imágenes claras y motivos lúdicos, Ignacio Gana es un fiel representante del arte latinoamericano y esa es su carta de presentación en cada una de sus muestras. Con un horizonte enfocado a la exportación artística, Ignacio ha creado fuertes vínculos en el extranjero, en el que su arte es ampliamente apreciado; el artista cuenta además que “en comparación con la obra de artistas de Estados Unidos y de otros países fuera del continente, mi obra es fácilmente reconocible por sus rasgos latinos”. Es esta circunstancia lo que lo convierte en un artista más universal que local, un amplio representante de valores colectivos inscritos en una región en la que el arte es un deleite reservado para unos pocos.